Aburuza (Aduna): Abr. 18, 2025

Para culminar los festejos del XXX Aniversario de la II Sagardo-Bira y de la web que recoge todos los sucesidos, los miembros más fieles volvemos a Aduna un Viernes Santo a mediodía, para conocer la sidrería que nos faltaba.

Asistentes: una vez más, los Hermanos Brothers (Edu y Nesss)

Previo

Sin tener muy claro cómo ir vestidos por la locura de previsión meteorológica que anuncia sol y temperaturas de 23°C durante la subida andando a Aduna y bajada de temperatura hasta los 17°C y tormenta a las 18:30', nos animamos a ir en manga corta y una chamarra porsiaca. Llevamos con nos los huesos de un jamón, por si nos quedásemos con hambre. Pillamos el cercanías y hasta Billabona. Lo primero que hacemos al bajar es despedirnos del jamón de solemne en un container de orgánico. Echando un trago comprobamos que anuncian ofertas gastronómicas interesantes de pintxopote y pulpeiro, habrá que dejarse caer por aquí un día de estos.

Tras la parada y fonda, pateada a Aduna bajo el sol. Vemos un bus que va a Aduna y lo investigamos para la vuelta, por si lloviera, así como otro que anuncian en las marquesinas. En la subida, efecto pantera rosa con las bicis y coches cada vez que cambiábamos de acera. Arf, arf, ya llegamos, somos los únicos imbéciles que no suben en coche. Meada y trago en el bar de Aduna (con extra de madre para Edu) antes de subir a Aburuza, y decimos subir especialmente por su repecho arf- arf final.

Sidrería

Entramos sobre las 13:50 y parece que somos casi de los primeros viendo todas las mesas preparadas pero aún vacías. Cocina nada más entrar a la derecha y amplio comedor con mesas y bancos de madera, seguido al fondo de un amplio pasillo con 9 kupelas de madera de coña (sólo una con grifo), con un original fresquero de botellas de sidra a un lado (y un descorchador de pared), y una puerta al fondo que da a una pequeña estancia con unas 7 kupelas metálicas, que es donde más se prodigaron los txotxes. Nos tocó en mesa corrida junto a uno que aspiraba al hablar, el de la hucha que bebía agua, y otro más, enfrente de sus compañeras, que bebían casi por los seis.

De comer, nos reciben con un original trozo de panceta, seguido de una tortilla bien gordita y jugosa con trozos muy visibles de bakalao (o quizá abadejo, que dirían en Hernani), dos tajadas de bakalao frito con pimientos verdes con grandes espinas (la goleada inicial de Edu acaba con una victoria por la mínima, por 6 a 5). Tras la habitual pausa solicitada, y rechazando los extras de patatas fritas y ensalada, nos sacan un txuletón grande y rico pero con demasiadas esquinas, aunque se roe bien. De postre, tras rechazar de nuevo los extras de tejas y cigarrillos de Tolosa, nos sirven un trozako de dulce de manzana, nueces en un cesto cuadrangular (que hace torcer el morro a Edu), y dos cuñas de queso. Todo ello con un riquísimo un pan casero de hogaza. Total: 80,05 €, que quedaron en 80 €, cada uno a 40 €, un precio sinceramente muy competitivo por lo que comimos y bebimos. Eso si, de haber pedido extras con el txuletón y postre seguro que habríamos acabado pagando de más y, viendo las bandejadas de patatas fritas y ensaladas que sacaban a la peña, habriamos comido también de más. Así que acertamos en quedarnos con el menú clásico.

En media hora, lleno total en Viernes Santo. "Si nos vieran nuestros abuelos!!!", suelta un parroquiano por la pérdida de la vigilia, antaño de rigor extremo. Muchas familias y gente de fuera del Pais Vasco, ambiente de domingo. Es la primera vez que coincidimos con otro parroquiano de la anterior sidrería, Bereziartua, hace dos días, asi que no somos los únicos viciosos. El (¿madriñeño?) de gafas se enganchó a la única kupela de madera abierta para el respetable, arrastrando a su cuadrilla. Al principio iba pulcro, pero fuimos testigos de su destrucción progresiva con tanto ir a servirse; acabó descamisado, renqueante, y medio guiado por los demás cuando salieron. Edu les sigue y verifica aliviado que él no sería el conductor de su coche.

Le costó salir al txotxero del chaleco para ir abriendo las metálicas, pero puso un ritmo infernal cuando lo hizo, y a veces delegó el grifo en parroquianos o incluso lo dejó puesto en algunas ausencias que aprovechamos para probar alguna inédita. Y es que la sidra estaba bastante rica en general, así que bebimos. Hubo problemas continuos con la gente que no atina a poner el vaso seguido del anterior en la cola. Nos llama la atención que la gente iba pillando botellas de sidra del fresquero. Preguntado el txotxero, nos confirma que está incluido dentro del txotx, y nosotros ni puta idea. Así que probamos una de cuello dorado (las más caras del local según el mural) y, aunque nos la acabamos, coincidimos en que es está mucho más rica la sidra de las kupelas de las que hacen txotx.

En un momento dado, investigamos dónde estaba el mirador que anuncian y lo que encontramos fue la maquinaria donde cargan la manzana para hacer sidra; luego nos dijeron que se accedía desde el restaurante de la planta superior, a esa hora cerrado. Tampoco encontramos la tercera sala de kupelas que anuncian en los folletos. El cansancio acumulado de los últimos días hizo que en algunos momentos finales nos sentáramos, sobre todo cuando no teníamos qué comer. Destacamos también que o la comida salía menos caliente o el calor no se conservaba como en la sidrería de hace dos días, por lo que había que liquidarla sin mucha visita intermedia a las kupelas. No fuimos de los últimos en salir, hacia las 16:50, recelosos de cómo conduciría la gente carretera abajo, y preocupados por si se cumplían los pronósticos meteorológicos.

Epílogo

Bajamos acompañados de buen tiempo, y sin más panteras rosas. Hacemos un poco de tiempo en Billabona, demasiado pronto como para haber ambiente, comprobando tristemente que el Rainbow se alquila; el de al lado, que según Google nunca cierra, estaba cerrado. Acabamos echando un trago en otro sitio muy paradito cerca del puente peatonal. Luego pillamos el tren, sentados frente a frente: mientras uno veía el cielo norte estilo Simpsons, el otro veía el de estilo Mordor acercándose por el sur. Ya en Hernani nos empezó a chispear cuando estábamos llegando al portal, pero al entrar en casa ya jarreaba con furia, ¡menuda librada!!! y un tiempo perfecto para echar la siesta.

Y bueno, así acabamos la temporada 2025. El año próximo a por el XXX aniversario de la III Sagardo Bira, ¡jo ta ke, irabazi arte!